Vida del parado (III)

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Como me viene ocurriendo desde que me incorporé al mercado laboral, esta es la época más baja de trabajo. Y aunque sé que en cuanto me necesite, la empresa contará conmigo, en cuanto me pongo la etiqueta de parada, una luz de alarma se enciende en mi cabeza haciendo que las neuronas corran de aquí para allá sin orden ni concierto.

Por esta misma época, hace un año, mi marido también estuvo en paro, y fue como si a la luz de alarma la acompañase un sonido estridente que consiguió que algunos de mis circuitos neuronales se suicidaran en grupo. Estoy segura de que la mayor parte pertenecían la zona más lógica y cabal. Sobra decir que las que me guiaron por aquel entonces eran el resto...

Mi rutina consistía en levantarme a las 7 y tomarme un café bien cargado mientras revisaba las ofertas de empleo del día. Era complicado encontrar alguna que se ajustase a ninguno de nosotros dos (no pertenecemos al mundo de la hostelería y eso en este país te limita muchísimo), así que dediqué dos meses a crear un listado de empresas de nuestra región en las que encajasemos. 

Actualicé los curriculums de la forma más apropiada a las diferentes empresas, destacando ciertas cosas por encima de otras, cambiándolas de lugar, haciendo cartas de presentación... Y todo eso dejándome guiar por los mayores y mejores gurús empresariales, coach para el empleo y sabedores y super expertos por el estilo.

Las tardes las dedicaba a redes sociales como linkedin, rastrear empleos y enviar propuestas por infojobs y cultivarme en blogs de otros expertos que me hablaban sobre mi necesidad de formarme de forma continua si quería encontrar un empleo y de venderme creando una marca personal.

El tercer mes fue el mes de batalla. Planifiqué diferentes rutas basadas en las empresas para recorrer cada rincón de la región dónde, por mínima que fuera la posibilidad, tuvieran nuestro curriculum.

Y acabamos mal. Muy mal.

Nada de lo anterior obtuvo ningún resultado. 

En mi caso, los dos trabajos en los que soy activa por épocas, uno lo encontré porque ya había trabajado en esa empresa antes y decidieron contar conmigo con mi nueva formación; y el otro por la recomendación de una antigua profesora. En el caso de César, por la mera casualidad de entregar el curriculum en el momento adecuado allí dónde se necesitaba. Ni siquiera era un trabajo de su ámbito, no lo habíamos planeado, fue simplemente por pasar por allí. ¿Suerte? Oh, sí. Claro que sí.

¿Quiero decir con esto que toda la planificación y búsqueda de empleo fue inútil? Al 99% sí. 
No te voy a engañar. Me sobraron blogs motivadores, estrategias en la búsqueda de empleo y horas haciendo listados de empresas. Me sobraron todas (toditas, todas) las redes sociales. Me sobraron los super expertos que no solo pretendían darme consejos, sino que, desde su superioridad, se atrevían a decirme que si no encontraba trabajo era por mi culpa, porque no buscaba bien, porque era poco empleable o poco flexible, culpa mía porque no me gastaba lo que no tenía en emprender  y empezar un negocio tan exitoso como ellos.

Tengo mucha rabia contenida hacia esos gurús. No sé que leches se creen, en serio. No sé que leches se cree nadie para aleccionar o juzgar a otras personas haciéndoles sentir el origen de cualquier tipo de problema que les haya alcanzado. Son capaces de cargarse el poco amor propio que nos queda a los parados cuando sentimos que no somos nada para esta sociedad, que no tenemos nada que aportar o que no servimos ni para trabajar.

Y si me han hecho sentir así a mí, no quiero ni pensar cómo pueden hacer sentir a esas personas de las que depende el sustento familiar, que tienen a otros a su cargo y que la vida no les ha sonreído tanto como para permitirse, si quiera, haber estudiado más allá de la educación primaria.

¡Qué valiente es hablar desde Linkedin! Qué divertido escribir artículos sobre moldearte y ser más empleable cuando tu empresa te despide porque está contratando exclusivamente a gente con algún tipo de minusvalía. Supongo que su consejo entonces, será que te conviertas en alguien más empleable provocándote una lesión permanente. Entonces encajarás. A empleable y flexible no te gana nadie.

Si estás buscando empleo, o intentando orientar tu futuro, huye de este tipo de webs. Si quieres emprender, ponte en manos de un buen asesor o acude a las escuelas de emprendedores de tu región (con esto de la crisis, es raro la ciudad que no tiene un semillero de empresas montado). Y si lo que quieres es buscar empleo hazlo de la forma tradicional o adaptándote a la vida 2.0 de una forma real, palpable. Haz un buen curriculum, que no sea nada extenso, y llévalo en mano a las asociaciones, empresas o tiendas en las que quieras trabajar. Envíalo a través de formularios o email a las propias empresas (nada de enviar por infojobs tu candidatura, envíale tu curriuculum a la fuente de forma directa). 

Pero sobre todo, lo más importante, no te olvides de decirle a toda la gente de tu entorno que estás buscando empleo. Desde tu tío a la vecina del tercero tan cotilla. Nunca subestimes las redes sociales de la vida real. Cada uno de nosotros conoce a un número variable de personas entre las que puede encontrarse alguien interesado en ti (¿y si la sobrina de tu vecina tiene una peluquería y necesita a alguien de refuerzo el fin de semana? Te llamará a ti antes de plantearse si quiera poner una oferta de empleo).

No olvides que todos estamos deseosos de ayudar. La gente, en esencia y en un alto porcentaje, es buena. Está deseando ayudarte y que le debas un favor o una caja de bombones. 

Y si no me crees, piensa en qué harías tú, ¿me ayudarías comprando Orquídea Blanca I para que pueda financiar la segunda y última entrega? Sé que sí, porque lo has hecho. Y no sabes cuán agradecida te estoy por ello.

Este verano, me dieron una noticia que consiguió ayudarme a fundir las luces de alarma de mi cabeza. En una librería de esas librerías que tanto me apoyan, se vendieron unos cuántos ejemplares de lectores deseosos de sangre y magia.  Sin que yo hiciera absolutamente nada (ni promoción, ni truñir a nadie por las redes sociales, ni pasearme por festivales de letras) esa librera me recomendaba a gente que quería algo entretenido que leer a la orilla del mar. La mayor sorpresa la encontré cuando, con el segundo pedido de ejemplares, me comentó que algunos lectores volvían a comprar la segunda parte.

Tendré que aprovechar ahora, que esas alarmas de mi cabeza han cesado, para concentrar mi tiempo y mis fuerzas en no decepcionarles. Que esa segunda parte sea para ellos, y para ti, una forma de agradecer lo mucho que me habéis dado.



4 comentarios:

  1. Sólo de leer esto recuerdo ese periodo en que no estudié y estuve buscando trabajo. Incluso en el tiempo en el que trabajé temporalmente... Fue el peor año que recuerdo. Y aunque ahora sigo sin trabajo por lo menos estoy de lo más ocupada.
    Por cierto, podría pedir ejemplares en una librería por aquí? Ya sabes que yo ya tengo tu libro pero quizá durante las fiestas se puedan mover engranajes :)

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    1. Claro que si. En el blog de Orquidea Blanca viene especificado cómo solicitar ejemplares si eres una librería interesada. Solo tienen que enviar un correo y yo misma responderé por correo o teléfono para comentarle cómo hacerlo.

      Te agradezco muchísimo el apoyo, Mireia. Algun dia llegará esa caja de bombones :)

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  2. Espero esa segunda parte, ansiosa!!;-)))
    Un besazo y a por los sueños, nadie nos puede decir cuándo luchar por ellos o cuando no.
    Quierote!

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  3. Muy interesante la publicacion!
    gracias!
    saludos

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Gracias por colaborar con tus palabras.