¡Salpicados! Capítulo 10



Capítulo 10

Hacía al menos cuatro años desde la última vez que Gabriel pisó la calle a esas horas. Después de una copiosa cena en “El Rey de la Parrilla”, Ciara le había insistido en tomar una copa por la zona de moda esa temporada. Le insistió en que probase uno de esos cócteles que siempre salían en series pijas y, sorprendentemente, resultó no estar tan mal. Después de la segunda copa, fue él quién insistió en ir a por la tercera en un bar completamente distinto donde se encontraron con una pareja, amigos de Ciara. Tras una cerveza más, resistirse a una batalla de parejas al billar fue muy complicado. No sabía negarse a un reto. Y menos cuando se trataba de ganar a un par de chicas demasiado listas. Y menos cuando era una tercera cita con Ciara lo que se estaba jugando.
—Si ganamos antes de tiempo, lo más probable —dijo dedicándole una sonrisa a su compañero en esto último—, me invitas a la última copa en tu casa.
Ciara intercambió una mirada cómplice con su amiga antes de responder.
—Me parece bien.
Gabriel sonrió con ganas. No podía estarle más agradecido a su madre por haberse ocupado de Melisa, este año se esforzaría mucho más el primer domingo de mayo.
Por desgracia, las primeras tiradas no estaban saliendo cómo imaginaba. Perdió la oportunidad de terminar la noche con Ciara y lo único que recibió al despedirse fue un beso en la mejilla. Pero sí que consiguió esa tercera cita. Aunque nunca sabría si había sido por su gran habilidad o porque las chicas se habían dejado, en cualquier caso, él salía ganando.

Al día siguiente, cuando sonó el despertador, se arrepintió al instante de esas últimas cervezas. La ducha no alivió su dolor de cabeza ni la mitad de lo que pensaba, y al imaginar lo que le esperaba al recoger a Melisa no lo hacía más fácil. Seguro que si le pedía a su madre un par de horas más, esta se las daría encantada, pero no quería abusar de ella y hacer que se perdiera su domingo de bingo en el centro social, era el día más esperado de la semana para Cándida. Así que se puso la cazadora de entre tiempo que su hija le había elegido entre la enorme variedad del hipermercado y salió en su busca.
—¿Dónde estuviste ayer? —quiso saber la niña en su paseo de regreso a casa—. No tuviste que trabajar de noche, ¿no?
Como Ciara le había explicado, su niña era una chica muy lista y su segunda pregunta estaba bloqueando una posible mentira piadosa. Además, estaba convencido de que su madre ya le habría hablado de “la amiga de papá” como le gustaba apodar a Ciara. Aquella niñata de seis años le estaba tanteando.
—Estuve con unos amigos. Cenamos fuera y jugamos al billar. —Melissa puso mala cara y él sintió la necesidad de justificarse—. A ti te gusta ver a tus amigos en el parque, ¿verdad? Pues saliendo a cenar o a tomar algo es como los mayores se relacionan con sus amigos.
—Me estás mintiendo. Tu te fuiste solo con tu amiga —intentó corregirle. La velocidad comunicativa de Cándida quedaba confirmada.
—Sí, salí solo con mi amiga Ciara, pero luego estuvimos con Jorge y Anabel.
Respondió dando los nombres porque sabía lo mucho que le gustaban los detalles. Mientras la niña fruncía el ceño no pudo evitar imaginarse lo engranajes de su cabeza, girando a toda prisa y fabricando un retrato robot de los culpables. Esos “amigos” que le habían robado a su papi la noche del sábado.
—¿Lo pasaste bien?
—Sí, claro. —No había porqué mentirle, lo había pasado muy bien y no la había echado de menos ni un segundo porque sabía que estaba sana y salva. Pero él necesitaba recuperar esa otra parte de su vida en la que no todo eran responsabilidades. Claro que esto último no había porqué comentárselo—. ¿Qué te parece si vamos al vídeo club a por una película?
—¡Sí! —dijo la niña cambiando de expresión completamente.
—Pillamos La Bella Durmiente, unas palomitas para el microondas y listo.
Melisa le dio un empujón ofendida por esa oferta y Gabriel fingió perder el equilibrio hasta casi rozar el suelo. La niña estalló en risas y él disfrutó de cada uno de los sonidos que componían sus carcajadas.
—¿Qué pasa, Mel? ¿No te gustan las princesas que duermen y visten de rosa?
—No, yo quiero una peli de una chica que monte a caballo y sepa hacer volteretas —le explicó—. Y además de las palomitas me debes unas cuántas chocolatinas por no haberme llevado a cenar y a divertirme con tus amigos.
—Hecho.
Gabriel extendió el dedo meñique y su hija lo estrechó cerrando el trato. Después de ese plan, Melisa se olvidaría por completo de que le había obligado a pasar la noche de sábado con su abuela. No es que a la niña no le gustase su abuela, es que los sábados por la noche su abuela veía programas de cotilleo para tener algo de qué hablar en el bingo y ella se aburría. Y el aburrimiento era lo peor que se le podía hacer a una niña como ella.
Caminaron cogidos del meñique hasta la misma puerta del vídeo club dónde Melisa echó a correr hacia la estantería de carátulas más coloridas. Gabriel saludó al dependiente y dueño, un viejo conocido del instituto, y charló con él unos minutos. La niña era capaz de tirarse media hora para elegir una sola película.
—Vamos, papá —Melisa fue hasta el mostrador para cogerle de la mano y arrastrarle con ella. Hoy no se iba a librar de esa media hora frente a la estantería.
Para ser una niñata de seis años tenía bastante fuerza, eso o su resaca estaba multiplicando la sensación de su manita porque ni se dio cuenta de que había una chica en el estante de novedades con la que estaban a punto de colisionar. Tuvo la suerte de frenar a tiempo y convertir la colisión en un simple choque que la obligó a dar un traspiés.
—¡Oh, mierda! —dijo agachándose a por la película—. Perdona.
—¿Gabriel? —La chica miró a la niña y luego le miró a él ocultando una sonrisa.

—¿Ciara?

2 comentarios:

  1. Y como siempre...

    Me quedo con ganas de más!! :-)) Perfecto, me ha encantado!! Y la niña es una monada :P
    Qué ganas de seguir leyendo y ver como avanza la relación de estos tres, porque la bichillo va a dar que hablar seguro!! xD

    Besos!! Se te echa de menossss!

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  2. Que ganas de otro capítulo más! Me está encantando!

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