¡Salpicados! Capítulo 3

Capítulo 3

Aparcó cerca  del   portal número  uno, agarró su caja de herramientas  y se acercó al micro. Piso sexto, letra C.  Un suerte  que saliese un vecino,  odiaba presentarse a través de  los telefonillos, nunca  sabía que decir. 
 “Soy Gabriel,  el hijo de  Cándida. Sí,  sí, ese que  dejó preñada  a una  chavala  a los diecisiete años y que perdió su trabajo como  peón. El  mismo que ahora se   arrastra  como chapuzas a  domicilio”. Se repetía al tiempo que ascendía por  las  escaleras. Le  encantaban los pisos sin ascensor,  llegar   a la casa  de  la  señora  en cuestión  sudando como un guiri era  lo más apropiado para crear buena  impresión.
Se  tomó unos minutos para tomar  aire frente a  la   puerta  C,  tenía que dejar el  tabaco  de  una vez por todas. Inspiró,  espiró y llamó al timbre  a  la  espera  de  que  la  señora le  abriese.  Ojalá fuese tan amable como acostumbraban a ser  las   amigas de su madre  y le ofreciese una  Coca-cola; tal vez un café  con pastas  si la  cosa  se  alargase  hasta la  merienda.
Pero esta  amiga  de su madre  se salía tanto de  la  media que, en  cuanto la vio al otro lado del umbral,  sintió ganas  de   echar a correr escaleras abajo con una vaga excusa.
—¿Eres Gabriel? —le preguntó la  camarera.
Su expresión era  neutra, puede que cupiese la  posibilidad  de que no le hubiese reconocido.  Después  de  todo,  a saber a cuántos desesperados habría servido la noche anterior.
—Sí —dijo él levantando su caja de herramientas ante los ojos de  la chica.
—¿Tú eres “mi Gaby te lo arregla todo en un periquete”? —Le costó esfuerzo esconder una sonrisa. 
—Te acuerdas de mí, ¿verdad? —Ella asintió y abrió la puerta  cediéndole el paso hasta   la  entrada—. ¿De qué  conoces  a mi madre?
—Compramos en el   mismo súper. Hace  dos  días me dio una receta  de salsa boloñesa que estaba de muerte —le  explicó—. ¿Puedo ofrecerte algo? ¿Agua,   refresco, algo más fuerte?
Él asintió quitándose unas pequeñas  gotas  de sudor de   la   frente  y la siguió hasta  la  cocina.  La   chica   del tatuaje  sacó dos Coronitas  de  la  nevera y las abrió con un ligero golpe  sobre la  encimera, se le notaban las  tablas.
—Verás,  estoy de  alquiler  en este  piso de mierda y a  mi casero no le da  la  santísima gana de arreglarme el  sumidero del lavabo que huele  mal  desde el primer día —le decía mientras él bebía atento a sus palabras—. El muy capullo dice que será   culpa mía, que el piso estaba en perfecto estado y que ya sé  lo que eso significa…
Gabriel  se acercó a la pila   y analizó el olor, tenía toda  la  pinta de no ser más  que un atasco profundo.
—¿Puedes hacer  algo con eso que no me salga  muy caro?  —le  preguntó ella—. No quisiera perder  la   fianza por esto.
El chico pensó en los   materiales necesarios y realizó un cálculo  mental  rápido.  Si era  lo que creía no le  llevaría  más  de media hora y no se veía capaz  de  cobrarle  más por  la  maniobra, solo la cerveza  ya había superado su cuota de  seis euros  la  hora.
—¿Tienes un papel   a  mano? —La chica le acercó un block de notas en el  que apuntó lo necesario—. Si me  haces   el  favor de ir a  por esto a la ferretería más  cercana y me ahorras subir de nuevo esas  escaleras, prometo hacerte una rebaja.

La camarera sonrió ampliamente,  parecía dispuesta  a darle un abrazo a cambio,  pero cogió su abrigo y salió disparada. Gabriel pudo escuchar como bajaba el   primer tramo de   escaleras  a grandes saltos y se acordó de su pequeña. ¿Estaría brincando sobre todos   los charcos del parque? ¿Mangoneando a Jairo con sus juegos de princesas  y dragones? ¿Volviendo loca  a su abuela y a Laura con sus preguntas de   sabelotodo?

2 comentarios:

  1. Llevo esperando desde el sábado, que lo sepas!! Ya me pasa como Sin Licencia, enganchada xD
    Vas a e tener que hacer un grupo de "Adicta a la prosa de Veritas" :-)))
    Y después de este momento friki...

    Decirte que me ha gustado mucho, que ya estoy deseando saber qué sucede cuando vuelva de la ferreteria la camarera, que sea amiga de su madre ya gana puntos ;-) De saber qué sucede con la madre de la niña, y que sepas que me encanta, que sea un padre que se ocupa de su hija y piensa en ella constantemente.

    Lo que yo te diga, enchanchada es poco!!

    Mil besos!!

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    1. Siento mucho no haberlo podido subir el sábado, pero se me fue la pinza del todo... Y lo tenía escrito, ¿eh? Fue un despiste inadmisible :P Pero seguiré subiéndolo los sábados, te lo prometo.

      Por otro lado, GRACCCIIIIAAASS por tu comentario. No sabes como me gusta ver que alguien lee esta pequeña historia y que te está gustando. Aunque sea solo por el cariño que me tienes y el que le tienes a mis letras :)

      Besotes ^^

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