El ruido


Tras visitar ciudades con un pasado mucho más sangriento de lo que su imagen encantadora sugiere, me doy de bruces contra la realidad.

Sigo en paro, con mis quéhaceres habituales como poner la lavadora, fregar la casa y hacer la compra, y los objetivos de mi renovada agenda (que voy adaptando a Bullet Journal) echando chispas porque soy una vaga. Las flechas decorativas que marcan lo que debo hacer me acusan y me gritan con voces chillonas mientras vibran en fosforito.

Me he dedicado a querer y ser querida (para qué engañarnos, no he hecho otra cosa), a comer el chocolate belga de algún souvenir compartido y a dejar que mi cuerpo descanse. Pero mi cabeza no lo ha hecho. Algo dentro de mí se siente muy culpable por no hacer lo que debo. El problema es que cuando me siento ante las teclas me doy cuenta de que, no es que no haga lo que debo, es que no sé qué debo hacer.

¿Estoy malgastando mis fuerzas de forma inútil? ¿Estoy dedicando tiempo a generar algo que no le interesa a nadie más que a mí? ¿Estoy perdiéndome de nuevo entre mis metas y olvidándome de lo que realmente quiero, es decir, disfrutar?

El pasado domingo publiqué el primer capítulo de la historia de Adam Wirenne que prometí hace semanas en el blog de Orquídea Blanca. Mientras los lectores esperan a su segunda parte, creo que no hay mejor forma de ir abriendo boca. Esa historia será breve, compuesta por capítulos breves, y la publicaré cada domingo. Una vez termine, la colgaré en descarga gratuita en el blog de Orquídea Blanca y en este, porque creo que a ti también puede interesarte.

Y mientras lo escribía disfruté. Disfruté muchísimo. Me emocioné. Y las horas que me llevó escribirlo, corregirlo y elegir la imagen acorde para programar la entrada, se me pasaron volando. ¿Por qué, entonces, me es tan difícil entender qué es lo que tengo que hacer? ¿Por que a veces estoy tan perdida cuando sé exactamente qué es lo que me hace disfrutar, lo que me hace sentir útil, lo que me hace feliz? ¿Qué es lo que me está impidiendo hacerlo?

El ruido. El ruido me ensordece. La vida, el tictac, el autobús al que los coches que hay en doble fila no le permite avanzar, una llamada imprevista, el aviso de un nuevo mensaje, un correo electrónico sobre marketing editorial, un artículo súper interesante que no puedo dejar pasar... Tengo que aprender a aislarme del ruido por unas horas que sean tan solo para mí, para mis letras, para ser feliz en ellas.

¿Y tú? ¿Tienes ruidos? Si tienes algún consejo, soy toda oídos.



5 comentarios:

  1. Tu no malgastas el tiempo, haciendo lo que haces eres magnífica. La sociedad nos obliga a "ganarnos la vida", si no eres productivo no tienes derecho a la vida. Pero a la vez pone mil trabas para que puedas serlo. No te culpes, no te llames vaga, eres perfecta y tu trabajo también. Besos.

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    1. La perfección es un concepto tan intangible que dudo que nadie sea capaz de alcanzarlo, pero aún así es muy bonito que alguien te lo diga y más una compañera de letras y sueños. A veces somos tan exigentes con nosotros mismos, con, como bien dices, ser lo que la sociedad espera de nosotros, que se nos olvida lo que realmente importa.

      Gracias por recordarme que no debo llamarme vaga por ello.

      Un abrazo, Mireia.

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  2. Distracciones que difuminan nuestro tiempo y nos hacen perdernos y asesinan nuestra creatividad.
    Lo mejor es apagar el móvil, ponerse una música que te guste (mejor si es tranquila) y dejarse llevar sin pensar en nada que no sea lo que quieres hacer en ese momento. O llevarte el teclado a un lugar apartado del mundo (eso me encantaría hacerlo!): montanya, bosque, mar...uf...
    Y dejarse de "debería estar haciendo...", sino "quiero hacer...".
    La sociedad nos impone tantas cosas que no nos deja margen para poder ser quienes queremos ser a veces o quienes somos.
    Bueno amore, espero que te haya aportado alguna idea, aunque cada uno tiene sus métodos que no funcionan igual en todos. Lo que para una persona le puede ir bien a otra no. Que viva la diversidad humana!

    Un beso!

    Y animos! Permitete ser una vaga, no te sientas culpable, aunque seguro que no lo eres! Solo necesitas un tiempo, todos necesitamos un tiempo!

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  3. Sabes lo mucho que agradezco esas recomendaciones, Cristina. Apagar el móvil debería ser una de mis mayores prioridades a la hora de ponerme a teclear, pero solo me acuerdo de ello cuando me interrumpen y tengo que wassapear aunque no quiera...

    Mi mayor problema es que noto que siempre necesito tiempo. Algo está fallando en mí, desde hace más de un año, para que no sea capaz de focalizar más allá de lo urgente, nunca antes me había pasado.

    Debo ahondar un poco en mi interior a ver si descubro el por qué o, al menos, el cómo.

    Un abrazo y mil gracias por comentar :)

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