Mi monstruo




Siempre he pensado que todos tenemos uno. 

En épocas se hace más grande y en otras más chiquito, si la cosa va bien ni te enteras, pero si algo negativo es más fuerte de lo esperable, mi monstruo cobra protagonismo y se adueña de mí. Me hace sentir pequeña e insignificante. Pero, como comentaba al fina de la última entrada, la rueda siempre vuelve a girar y las tornas cambian para ser él el dominado.

En el pasado intentaba ponerle una etiqueta. Normalmente es Inseguridad, otras Ansiedad, a veces Nerviosismo y otras un simple y básico Miedo. Y, a sabiendas de que todo eso estaba dentro de mí, al acecho, prefería no fiarme mucho cuando las cosas me iban bien; tener siempre el dedo gordo del pie dentro del río de la realidad con la esperanza de que el frío equilibrase el ardor de mis ensoñaciones. 

Pero eso no me ayudaba a prevenir nada. Por mucho que intentase contactar con mi lado más pesimista, para estar alerta, cuando mi monstruo tenía que aparecer lo hacía a lo grande. Regodeándose de lo lindo. Llorando con Celine Dione, buscando enfermedades imposibles en  el cajón desastre de google, o haciéndome sentir insignificante para todos, imprescindible para nadie. Diciéndome mentiras disfrazadas de verdad, diciéndome lo necesario para alimentar la tristeza.

Yo nunca me rendí. Decidí luchar contra él. ¿Qué me apetece llorar? A poner salsa y a bailar. ¿Qué me apetece una película triste y un chocolate caliente? A salir a caminar. ¿Qué no me apetece escribir? A aporrear las teclas. Y así estuve hasta años. Pero nunca salía bien. Era un desgaste de energía tremendo con el objetivo de crear basura a toda máquina. Más que eso. Intentar ser positiva a toda costa alargaba la sombra de mi monstruo durante más tiempo del esperable.

Entonces comprendí que el azar existe. Que, gire o no gire la rueda, a veces sí que hay que sentarse a esperar. Las filosofías New Age en la búsqueda del bienestar me habían convertido en una depredadora de emociones positivas. Ni las disfrutaba a ellas, ni me disfrutaba a mí. Yo dejé de ser yo para ser lo que debía. Y no fue hasta hace bien poco que entendí lo equivocada que estaba.

Mi monstruo no tenía ningún nombre. Aquello eran solo emociones, tan cambiantes y volubles como la vida misma. Tan útiles como la ira, que me activa y me provoca, como la tristeza, que me ayuda a desahogar el alma mejor que cualquier meditador alcanzando su Nirvana, o como el miedo, que me previene de cometer errores.  

Emociones que siempre viven en mí. Paso de controlarlas. Paso de arremangarme para arreglar la situación. Paso de pensar y repensar en cómo solucionar situaciones que, lo más probable (desde la teoría de la probabilidad) es que cambien solas. 

Intentar ser más lista que la rueda de la fortuna solo me ha creado frustración. Prefiero dejarme llevar por sus oleadas, entregándome a cada orilla, confiando el un nuevo cambio al que, me guste o no, tendré que adaptarme. Eso sí, echando siempre un vistazo debajo de mi cama antes de dormir.


5 comentarios:

  1. Todos tenemos nuestros propios monstruos y demonios, y sin ellos no seríamos nosotros. Son lo que nos hace diferentes. El tenerlos y sobre todo el acostumbranos a vivir con ellos. Todo es cuestión de acostumbrarse, de luchar, de evolucionar y no dejarnos vencer. Pero sobre todo, de estar a gusto con nosotros mismos, aceptarnos y no quereer cambiar. ¿Quién marca lo que deberíamos ser? ¿Quién nos dice el modelo de persona que deberíamos ser?
    Nadie.
    Nuestros demonios y nosotros mismos son los que debemos tomar esa decisión.
    Sé quién quieras ser, cada día de tu vida. Ahí está la clave.
    Un besazo, preciosaaaa!
    Y mira siempre hacia delante, aunque a ratitos mires debajo de la cama xD

    Te quiero!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La vida te pasa volada sino prestas la suficiente atención. Y por primera vez me he dado cuenta de que lo que verdaderamente importa es cómo cada uno pasa por ella. No hace falta hacer algo significativo, no hace falta ser un as, no hace falta ser espiritual, no hace falta obligarse a estar en paz... Hace falta ser uno mismo. Conocerse y dejar de pretender ser otra persona. Entender a dónde se pretende llegar y los sacrificios que eso implica.

      En definitiva, ser lo que quieres y no limitarte a imitar el reflejo.

      Por ejemplo, ser escritor es escribir, no hacer marketing. Ser vegetariano una elección personal que implica sacrificio y mucha paciencia, no una fase dependiente de la moda. Ser feliz implica aceptación, no adaptación.

      Tal vez sea la última de la clase en esto. Me ha costado ponerme las pilas. Caer de la burra es más difícil cuando vives intentando imitar el relejo de lo que quieres. Cuando intentas hacer lo que crees que hace la persona que quieres ser y dejar de ser tú mismo.

      Ojalá me lo hubiera explicado antes, por eso yo comparto la reflexión ahora.

      Gracias por tus palabras, preciosa.

      Eliminar
  2. Supongo que la clave de la felicidad está en no empeñarse en ser feliz y disfrutar hasta de la tristeza, ya me entiendes. No sé si estoy feliz o soy feliz, más bien lo último, me he dado cuenta de que puedo y debo estar triste cuando toca, pero soy una persona feliz porque encuentro consuelo en los pequeños detalles y cualquier cosita me anima, sobre todo mi niño que es el motor de mi mundo, pero si no fuese mamá, encontraría otro motor ;)
    Eres amor, Veritas, y una MONSTRUA, de las güenas, toda tú!!! :D
    <3 <3 <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dicen que las personas realmente felicies ni siquiera saben qué lo son. Si echas las visa atrás y recuerdas un momento muy feliz de tu vida, piensa en ti misma en esa situación, ¿sabías, en ese instante que para ti era presente, que eras feliz? Seguro que no. No eras consciente de ello, pero sin duda lo eras.

      De eso trata la vida. De vivir. Disfrutar lo que se pueda y llorar cuando se deba. De sobrevivir de la mejor forma posible.

      Gracias por compartir tu reflexión, se nota que tú encumbraste esta cima mucho antes que la mortal que escribe. Y gracias por tus bonitas palabras :)

      Eliminar

Gracias por colaborar con tus palabras.