¡Salpicados! Capítulo 15



Capítulo 14

Capítulo 15

La cena les había sentado de fábula y el paseo junto al río del parque aún era mejor. Se sentía muy bien junto a Ciara, con ella era cómo empezar de nuevo, como si la vida por fin le estuviese dando esa oportunidad para enmendar los errores del pasado y seguir hacia delante sin miedo. Sin necesidad de plantearse esos “¿Y si…?” que ella tanto odiaba.
—Te pasa algo —dijo ella cogiéndose de la mano—. Y no es por la cena, porque ha estado de cine, y mucho menos es culpa mía.
Gabriel se echó a reír ligeramente, disfrutando de la calidez que Ciara transmitía en esa noche de luna llena.
—¿Qué te preocupa?
Aún no le había contado nada. Ahora que habían conseguido encontrar un momento a solas, después de tres citas compartidas con Melisa, no le parecía correcto contarle que Verónica ya había dado señales de vida. Mucho menos explicarle por qué esto le hacía sentir tan temeroso de sí mismo, no estaba seguro de poder negarle a la madre de su hija la entrada a su propia casa y eso estaba completamente fuera de lugar en una cita con la mujer que le había devuelto la ilusión.
—Es solo que… —No podía decirle eso, pero sí que podía sincerarse con ella en otro sentido—. ¿Hacia dónde va esto, Ciara?
—¿Qué quieres decir?
—Ya lo sabes… —insistió señalando sus manos entrelazadas—. Esto.
—Pues hacia dónde tú quieras, Gabriel. —Ciara le soltó como si su tacto le hubiese quemado de pronto—. Sé que te gusto porque de lo contrario no estarías ahora conmigo, no me hablarías como lo haces… Pero no quiero obligarte a hacer algo para lo que no estás preparado.
Siempre había dejado claro que era una chica llena de seguridad y capaz de dar el primer paso, pero por primera vez veía un atisbo de miedo en su mirada. El miedo a ser rechazada por alguien que realmente le gustaba. El problema es que él no tenía muy claro qué clase de chico era. No sabía si era capaz de lanzarse porque en su corta vida amorosa todo le había venido dado… Verónica y él se había conocido casi en la infancia y la evolución de su amistad fue algo tan natural como la revolución de sus hormonas. Ahora todo era mucho más complicado.
—Tengo una hija, Ciara. Tengo un pasado muy presente. —Y tanto, pensó para sus adentros—. Mel lo es todo para mí.
—Soy muy consciente de eso, Gabriel —respondió ella casi enfadada.
—No quiero alguien que entre en mi vida para largarse a la primera complicación. No quiero que Melisa me vuelva a preguntar o a sufrir por nadie.
—¿Eso crees que va a pasar conmigo? —dijo ofendida—. ¿Qué si entro en vuestra vida desapareceré a la primera de cambio? —Se alejó unos pasos de él—. Pues te equivocas. Completamente. Pero ya me has dejado claro la clase de persona que ves en mí.
—¿Qué? —dijo él asustándose con su lejanía—. No, no. Eso no era lo que quería decir.
Intentó acercarse, pero ella dio un paso atrás manteniendo las distancias. Ciara también tenía un pasado, un pasado que le había hecho aprender a no fiarse de los hombres que parecen dignos de confianza, un pasado en el que había hecho pasar un desengaño que no quería volver a sufrir.
—Ciara…

—Mira, Gabriel, entiendo porqué piensas de esa forma, pero no todas las mujeres están hechas del mismo material que Verónica. —Ciara se alejó unos pasos más mientras se colocaba la bufanda alrededor del cuello—. Tú y yo somos buenos amigos y lo mejor será que sigamos siéndolo… —Echó a andar en dirección contraria, pero se dio la vuelta segundos más tarde para añadir—: Dale un beso a Melisa de mi parte.

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