¡Salpicados! Capítulo 12





Capítulo 12

—¿Ya está? —le preguntó Ciara apurado su refresco.
—Por fin se ha quedado dormida. —Gabriel fingió quitarse el sudor de la frente antes de lanzar un suspiro.
—Melisa es una niña maravillosa, tienes mucha suerte de tenerla en tu vida. Es despierta, sociable y muy curiosa. No sabes cuánto vas a aprender con ella.
Se acomodó en el sofá, dejándole hueco a Gabriel dónde antes había estado su hija. La niña había estado pegada a ella para así compartir palomitas y un millón de confidencias en el transcurso de la película.
—Sí… Pero el trabajo de padre a veces es agotador. Es demasiado para una sola persona.
—¡Pero tendrás cara! —dijo dándole un empujón—. Si tu madre te ayuda en todo lo que puede. Sé de primera mano quién se encarga de la plancha y quién rellena esos tupperware que hay en la nevera.
Gabriel rió, echándose hacia atrás completamente rendido.
—Aún así… Ojalá hubiese una persona que estuviera por Melisa como yo lo hago.
—Echas de menos a su madre —Ciara se revolvió algo incómoda.
—¡¿Qué?! No, no. No me refería a eso —dijo enseguida—. Tampoco es que Verónica me quitase mucho trabajo con la niña. Lo que quiero decir es que… Esto es tremendo… —Hizo un esfuerzo por expresarse mejor—. ¿Sabes lo que es que tu primer pensamiento y el último del día sean para una persona tan pequeñita como ella? Me levanto para darle el desayuno, prepararla para el cole, llevarla, traerla, hacer los deberes, hacer que se entretenga, intentar que no deje en el plato la comida que a mí me cuesta tanto traer a casa…
—Enhorabuena por entrar en el mundo de las madres modernas. —Ciara dejó su refresco sobre la mesa—. Eso es la paternidad, Gabriel.
—Sí, pero no debería ser lo único —añadió—. A veces, al despertar, me digo: “Esto es lo que hay” y me lo creo. Yo fui quién dejó embarazada a Verónica y yo fui quién decidió seguir adelante con ello. Acepto lo que me toca. —Sabía que Ciara no iba a poder entenderlo, pero aún así tenía que intentarlo—. Pero hay días que no lo llevo igual de bien. Siento que he perdido mi vida y que no me lo merezco. No es justo que tenga que cargar con tantas responsabilidades cuando la gente normal de mi edad sale por ahí, disfruta de la vida y se permite divertirse como lo hicimos tú y yo anoche.
—No es oro todo lo que reluce, querido Gaby —le interrumpió Ciara—. La vida de veinteañero que se vende no es lo que parece. Cualquier realidad puede ser decepcionante dependiendo del punto de vista del que se mire.
Gabriel soltó unas carcajadas.
—Desde luego, no pudieron elegir mejor encargada para ese bar tan depresivo.
—Te enamoraste locamente de una mujer y, aunque no saliera como esperabas, no puedes negar que la niña que duerme en la habitación de al lado no fue un simple error —dijo pasando por alto su ataque—. Melisa ya tiene seis años, está sana, es inteligente y preciosa. La vida te ha dado el mejor regalo que podría darte, así que hazte un favor a ti mismo y deja de compadecerte.
—No me compadezco, es solo que me gustaría ser algo más que un padre en esta vida. Me gustaría despreocuparme de vez en cuando, salir por ahí…
—¿Para qué quieres salir “por ahí”? Lo que hicimos ayer fue divertido y a ti te lo pareció aún más porque llevabas tiempo sin hacerlo. Pero cuando sales “por ahí” siempre acabas haciendo lo mismo. —Su tono de voz sonaba más brusco de lo habitual, pero estaba empezando a enfadarse. Entendía que Gabriel tenía un punto de vista distinto al suyo y que podía echar de menos ciertas cosas perdidas de su juventud, pero un hijo estaba por encima de todas esas cosas. Como había dicho, él había tomado esa decisión y, por Dios Santo, la vida que se había perdido no era para tanto—. ¿Qué crees que vas a e encontrar saliendo “por ahí” que haga mejor tu vida?
—Desde luego, nada que mi madre no pueda encontrarse en un supermercado. —Aquello consiguió que Ciara se relajase—. No te enfades conmigo, Ciara. Soy muy consciente de la suerte que tengo por tener una hija como ella. Pero es que soy un debilucho al que le gusta quejarse, ya me irás conociendo… Si quieres, claro.
Ciara le sonrió ligeramente.

—Sí que quiero —confesó—. Pero no vuelvas a plantearte cómo habría sido la vida sin Melisa. No soporto a la gente que no deja de plantearse los típicos “y si…”. ¿Y si yo no me hubiese enamorado de mi profesor? Que no sería quién soy ahora —añadió—. Esta es la única realidad que existe, y todos deberíamos respetarnos a nosotros mismos aceptando las decisiones que hicimos en el pasado.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado, muy filosófico. Y una vez más nos dejas con la miel en los labios.

    ¿Cómo continuará esa conversación? ¿Qué ocurrirá después de ella?

    Ciara me encanta, me gusta mucho como piensa. De ideas claras!! :-)))

    Mil besos, guapa! Y a seguir con esta preciosa historia que tiene mucho que mostrar!!

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  2. Me ha encantado, creo que este ha sido mi capítulo favorito hasta ahora. Me identifico con Gabriel, ya que soy de esas personas que solo ven los "y sis..." de la vida pero menos mal que hay personas como Ciara que nos ayudan a ver el lado positivo de las cosas.

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Gracias por colaborar con tus palabras.