Cerrando puertas

 La fiabilidad y la validez me persiguen con todas sus operaciones matemáticas como un grupo de arañas ansiosas por recordarme que tengo cosas más importantes en las qué pensar. Por eso he decidido limpiar un poco mi conciencia, así con un barrido suplefluo que se lleva toda la mierda de un solo arrastre. Puede que la porquería más contundente siga pegada al suelo, pero a esa ya estoy casi acostumbrada.

¿Queréis saber una cosa? A veces, por muy bien que intentes hacer las cosas, siempre va a haber alguien al que disgustes. Siempre, absolutamente siempre, va a haber una persona que se sienta decepcionada, ofendida o discrepe de lo que haces. No es que yo tenga la absurda necesidad de gustar a todo el mundo (aunque creo que en cierta medida todos la tenemos), sino que siempre tiene que haber algo que enturbie los días. No sé si soy yo, ese otoño que nunca llega o este verano que nunca se va... 

Pero bueno, siendo fiel a mis propósitos de año nuevo, he llegado a una conclusión: Si siempre va a haber alguien al que le parezca mal lo que haces... Haz lo que te dé la gana. Lo que a ti te parezca bien, lo que vaya contigo y sea congruente con tu propio yo. Estoy cansada de niñerías, pijos y correveydiles, sobre todo de falsedades, cansada de tanto cansarme por todo.

Ahora me voy a estudiar los truquillos para mejorar la validez de un test sin que nadie se dé cuenta. Y a todos los escondidos (ya 275. ¡Muchas gracias!) les envío un fuerte abrazo acompañado de un aviso: Cada lunes y cada viernes subiré un capítulo de Sin Licencia. Ya tengo escritos los suficientes, podeis creerme ^^