Las nueces

la mentira de conocerte a ti misma
Fuente

Reconozco haberme pasado de la ralla soltando aquí, a voz en grito, mis opiniones acerca de los profesionales que te ayudan a conocer tus pasiones, que te enseñan a ser feliz, que te enseñan a conocerte a ti misma y que te enseñan a conectar contigo.

Al parecer vamos por ahí desconectados, comemos, fumamos o vemos series compulsivamente porque estamos insatisfechos con nuestro yo interior y ya no sabemos cómo ser felices. Porque resulta que para ser feliz, hay que saber serlo.

Y esto no lo digo yo, me lo dijo una amiga que acaba de ir a un curso sobre "Cómo perdonar". Ya ha hecho, según calculo, doce cursos igual de ridículos. En el primero se conoció a sí misma con preguntas del tipo "¿qué te imaginabas de pequeña que sería tu vida a los 35?" o técnicas como mirarse al espejo (¡toma ya!). Ha hecho otro para controlar su ansiedad hacia la comida, unas 3 horas de las que volvió con un batiburrillo de citas célebres en la cabeza y una idea sobre la nutrición con la que dudo que su endocrina esté de acuerdo. Hizo otro sobre "El camino hacia la felicidad" y el único resultado, tras el subidón inicial, fue un libro que ahora rellena su estantería. Tiene más libros de lo que ella llama psicología, de los que yo acumulé durante la carrera.

Sobra decir que mi amiga no ha perdido ni un kilo, es igual de feliz que antes (osea, a ratos y momentos, como todo hijo de vecino) y es incapaz de perdonar a un familiar que le hizo mucho daño. Y mientras yo pienso "¡ole tú!. A ver por qué vamos a tener que perdonar a quién nos jode sin conciencia", ella me asegura que ir a cursos le ayuda, ¿quién soy yo para decir lo contrario?
Ni siquiera ahora que, como el curso de autoconocimiento no fue todo lo útil que esperaba, se ha comprado uno online en el que van a darle un cuaderno con preguntas para conocerse mejor.

Conocerse a sí mismo no es la panacea,  somos cambiantes como las estaciones y es imposible acceder al pasado porque tu cabeza lo va a infectar de presente. Y está bien que así sea. Nuestra mente funciona así por algo. Recordamos lo que necesitamos recordar y, si te fuerzas a evocar algún momento, lo único que vas a hacer es reconstruirlo.
Pista: Si al pensar en el pasado ves la escena desde fuera, es decir, te ves a ti desde fuera, estás reconstruyendo el recuerdo -como quién ve una película-. Si al recordar ves la escena por tus ojos, lo estás reconstruyendo también, pero una forma un poco más fiel.

"Somos muy complejos", "somos un mundo", me suele decir. Sí, es verdad. ¿Y qué? ¿Crees que vas a poder descubrirte entera como en una radiografía? ¿Y para qué vas a usar esa información? En serio, ¿para qué la necesitas? 

¿Por qué crees que mi amiga está haciendo todos esos cursos? 
¿Recuerdas cuándo te hablé del ruido?

Los avatares de la vida la han desconectado de la sociedad y se ha perdido. Trasteando por internet enseguida encontró quién prometió ayudarla y acabó pensando que lo mejor era volver a reconectar consigo misma. 

Me sigo preguntando porqué narices vamos por el mundo pensando que estamos desconectados. Desconectados ¿de qué?. ¿De nuestro corazón? ¿De nuestro cerebro? ¿De nuestros ovarios? ¿De nuestro intestino grueso? ¿De nuestro hígado, tal vez?

¿Con qué parte de nuestro ser estamos desconectados? ¿Alguien me lo explica?

Podrás decirme, si has leído algo de autoayuda, que estamos desconectados de nuestra personalidad o de nuestra conciencia. Pero, para nada. Tienes pensamientos, recuerdos, emociones... ¡Genial!  Pero ellos no te definen. ¿No es una buena noticia?
Deja de buscar las respuestas a tu personalidad o a tus emociones porque no la tienen. Deja de preguntarle a tu mente y de crear respuestas inventadas en base a lo que crees que tu yo interior te dicta. Tú, eres tú. Por dentro y por fuera. Interior o exterior. 

Lo que si es bien cierto es que si cambias lo que haces, cambiarás como te sientes. 

Si. como mi amiga, estás tan desilusionada con lo que esperabas que fuera tu vida y sientes esa necesidad que nos han vendido (pero que nadie la reconoce más allá de lo que reconocería un gamusino), escribe.

Empieza un diario en el que nadie más que tú sea la guía y, en lugar de hacer una introspección tan profunda que te vuelva los ojos del revés, obsérvate.

Escribe lo que te ocurre cada día. Escribe si te enfadaste con alguien, cómo reaccionaste, cómo te hizo sentir esa reacción. Escribe, para recordar mejor, esa comida con amigos que disfrutaste tanto y valora si, aunque fuera por un momento, pudiste sentir la felicidad sin gurús. Escribe como la practica del yoga, la meditación, salir a correr o el ejercicio que hagas, te hace sentir después. Escribe lo consciente que eres de tu cuerpo entonces. Escribe lo mal que te salieron esas galletas light sin gluten y sin lactosa y lo frustrada que estás por ello. Escribe si te has comido un fosquito, con quién, cuándo y cómo. Escribe cómo te sentiste después.
Escribe lo que creas que ha sido significativo para ti, por muy ínfimo que parezca, anotando tus emociones y pensamientos antes y después. Anotando tus reacciones o estrategias para salir de momentos de ansiedad o buscar la felicidad.
Entonces, entre el ruido vacío del mundo, serás capaz de encontrar las nueces.
Lo mejor que puede hacer un ser humano por sí mismo es quererse, cuidarse y aceptarse. Desarrollarse personalmente solo puede venir después. Deja de hacerte daño desmembrándote como una margarita. Deja de preguntarles a tus recuerdos, infectados de emociones, quién eres.

Tú sabes quién eres.

2 comentarios:

  1. Un gran post, preciosa.
    A veces nos pasamos la vida deprimidos en busca de la felicidad sin darnos cuenta de que la verdadera felicidad la tenemos al alcance de la mano, y no es más que mirarnos al espejo y aceptarnos como somos, únicos e irrepetibles.

    Cuando nos sentimos especiales vemos la vida con otros ojos. Pero no hemos de sentirnos así porque otros nos vean de ese modo, o porque otros lo deseen o nos lo digan en un libro de autoayuda, sino porque nosotros realmente nos sentimos así. Y es ese el momento justo cuando cambiamos, cuando avanzamos y nos damos cuenta de que nos queremos y de que somos perfectos con nuestras imperfecciones aunque hayamos pensado mucho tiempo que no.
    Nosotros sabemos quienes somos y en el instante que dejamos de buscar, nos percatamos. A veces viene bien creerse fuertes para saber que somos fuertes.

    Un beso enorme!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La fortaleza de carácter, de personalidad, no es algo que se tenga o no se tenga. Es algo que hay que entrenar día a día, como tú bien dices. Si todos tuviéramos la capacidad de sentirnos fuertes siempre que lo necesitamos, nos comeríamos el mundo a bocados.

      En mi caso, siempre necesito recordarme que no soy peor que nadie (lo de que no soy mejor que nadie en nada, es algo que viene ya en mi personalidad). Y no es humildad, es inseguridad. Debo recordarme siempre que la fuerza se entrena y seguir trabajando en ella, día a día.

      Un abrazo, preciosa. Mil gracias por comentar.

      Eliminar

Gracias por colaborar con tus palabras.