¡Salpicados! Capítulos 7 y 8




Capítulo 7

Escupió el  enjuague bucal y sonrió mientras el líquido morado se colaba por el desagüe. Era una suerte que Gabriel hubiese tenido tiempo de encargarse también de eso, pero no dejaba de ser extraño que el funcionamiento normal de la fontanería la hiciese sonreír de aquella forma. Pero, ¿qué narices?, pensó ella acicalándose ante el espejo;  todos tenemos algo especial y Gabriel tiene un auténtico don en esas manos. Unas manos muy curiosas, por otro lado, ni grandes ni pequeñas, ni fuertes ni delicadas, pero sí ágiles y habilidosas.
El teléfono comenzó a vibrar sobre la lavadora octogenaria en pleno funcionamiento, prácticamente tuvo que cogerlo al vuelo.
—¿Sí?
—¿Estás ocupada? —dijo una voz masculina conocida para ella.
Ojalá hubiese mirado la pantalla antes de contestar,  así podría haberse hecho la loca al igual que a las cinco de la madrugada.
—¿Qué quieres Raúl? —respondió rellenando de carmín sus labios—. No tengo ni tiempo ni ganas de tonterías, creo que quedó bastante claro la  última vez.
—No se trata de eso, mujer. —Dejó escapar una carcajada algo forzada—. Mi hermana necesita refuerzo en lengua y literatura, pensé que tal vez tú…
Algo se removió en el interior de Ciara, tal vez la culpabilidad que nunca había sentido por abandonarle le  acabase de dar la punzada que se merecía. Pero, ¿cómo no iba a hacerlo? Raúl era un niñato de 20 años que, por muy universitario e independiente que fuese, no era capaz de ver dos palmos más allá  de sus narices. Probablemente si no hubiesen compartido piso los últimos seis meses,  Ciara no se  habría dado cuenta de su terrible grado de egocentrismo. Pero si eso hubiera pasado, jamás se habrían involucrado aquel verano con ese tira y afloja en una relación sin más  sentido que el sexo.
—Sabes que no es lo mío —dijo con la boca pequeña  cuando lo que en realidad quería decir era  sé  que estás buscando una excusa para  verme y no cuela. Pero Raúl era un chico listo, seguro que lo entendería.
—Sí, pero puedes hacerlo —insistió él—. Pensé  que unas horas extra te irían bien ahora que vives sola.
Como seguía intentando convencerla, Ciara intentó las clases de psicología con las que rellenó sus créditos de  libre configuración. Había algo para superar las adicciones  que solía funcionar… Algo no invasivo para terapias socio… Para enganches,  vamos… ¿Cómo era? ¡Ah,  sí! Algo de unos 21 días.
—Mira,  Raúl —le  cortó—. Vamos a  hacer  una cosa.  Ahora mismo ando muy liada y no puedo estar cogiendo el teléfono todos los días  a  esta  hora… ¿Qué te parece si quedamos —Echó una rápida ojeada al calendario del móvil en busca de 21 días después—  el día 12 para tomar un café?
—¡Genial! Así nos pondremos al día. —La importancia de  las clases particulares se esfumó—.  ¿Qué la una cena?
—Lo que sea —dijo ella—. Pero hasta entonces nada de llamadas ni wasapeos,  ¿vale? Y menos a las cinco de la  mañana.


Capítulo 8

La observó desde lo lejos. Estaba preciosa con sus botas de agua y su abrigo a juego bajando por el tobogán. Menos mal que su abuela había sido previsora y no le había dejado salir en falda, era tanto o más  perico que sus amigos chicos, ya tenía las rodilleras desgastadas.
—¿Quién es la niña más lista del mundo? —Gabriel cogió a su hija en brazos empezó a darle pequeños mordiscos en la barriga de su abrigo. Después de todo un día entre chapuzas,  jugar con su niña  era lo que más le apetecía en el mundo.
Muchas de las madres  se quedaron mirando cuando Melisa rompió a reír por culpa de las cosquillas hasta que su padre la liberó del abrazo.
—¿Nos vamos a cenar, princesita? —le dijo ofreciéndole la mano.
—No quiero ser princesa, yo prefiero ser  el caballo.
—El caballo —repitió él.
—Claaaaaaro. Viven las mismas aventuras que los príncipes, que siempre es mucho más  entretenido, les  miman, les  cuidan,  les cepillan el pelo y se saltan eso de vivir felices entre perdices —le explicó—. No parece nada fácil.
—¿Sabes qué,  enana? — Gabriel agarró a su niña por la cintura y se la  subió sobre los hombros—.  Llevas toda la razón.
Le hizo un gesto a Laura y está  se unió a  ellos de vuelta  a  casa. Jairo, su niño, se agarró de las manos de ambos y empezó a columpiarse entre ellos. Nadie habría dicho que no se trataba de la familia feliz que  parecía aquella estampa.
—Esas zorras están muriéndose de envidia —dijo Laura sintiéndose observada—. Se   les  cae  la baba cuando te  ven jugar  con Mel. 
—Sus maridos  también jugarán con sus niños,  digo yo. —Gabriel  intentó quitarle  importancia alzando a  Jairo en el aire.  Estaba un poco regordete, pero seguía pudiendo con él.
—Sí, pero seguro que no se les  ven los  abdominales cuando se les  levanta la camiseta.
—¿Qué pasa,  Lauri? ¿Has visto algo que te interese? —bromeó.
Su relación  jamás había pasado por algo que no fuese la amistad. Al principio, cuando Verónica anunció a Laura como mejor amiga, tuvieron unos cuántos roces. Laura  había malinterpretado las peticiones de Gabriel  para que Verónica no saliera tanto, le había tomado  por un machista de libro,  pero  pronto cambió de opinión. Casi tan rápido como Gabriel al dejar de verla como una fotocopia de  Verónica. Acabaron por entenderse tan bien,  por confiar tanto el uno en el otro, que la  amistad empezó a erigirse como lo más importante.
—No te  hagas ilusiones,  majete, que tengo otro macho —le  recordó a su nueva conquista—. Con más  abdominales y mejor rabo.
—¿Y tú que sabes de mi rabo?
—No  me  hace falta,  River es  jamaicano.
—Pero, mamá —les  interrumpió Jairo—. ¿River tiene  rabo?
Se echaron a  reír algo avergonzados.

—¿Lo ves? —dijo  Gabriel—.  Por  eso a  las  otras madres  no les gusta tenerte cerca de sus hijos.

2 comentarios:

  1. Me han gustado muchísimo. Me he reído un montón con el 8. El 7 ha sido de transición.
    Que sepas que ya te iba a echar la bronca por no subir el anterior, pero me has dado la ración doble de letras hoy, así que, ya estamos en paz :-)
    Se te echa de menos cuando no escribes estas cositas!!
    Leo siempre, aunque no firme, que lo sepas :-)
    Mil besos. Quierote!!

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  2. Me ha encantado. Se leen rapidísimo, ya tengo ganas de que venga el próximo sábado.

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Gracias por colaborar con tus palabras.