No sé si serán los 30, pero... Oye, es verdad eso de que una se siente diferente. Ni más vieja, ni más sabia, ni más curtida, pero tal vez sí menos dispuesta a soportar ciertas chorradas pretenciosas sobre el bienestar psicológico humano (así, en general, sin importar cultura, edad o salud individual).
Estoy hablando de esos consejos genéricos que no van a ninguna parte y que nadie ha llegado a aplicar precisamente por su carácter global y nada personalizado. Pero aún así, consejos que se han leído y difundido hasta la saciedad, hasta crear escuela.
Estoy hablando de espirituales que hacen terapias, del reiki que alivia los síntomas de enfermedades, del súper mundo de los súper emprendedores, de vendedores de humo y de la memoria del agua para curar el cáncer.
Ha sido cumplir 30 y... ¡Puf! Algo ha cambiado.
Al soplar las velas me di cuenta de que por mucho que medite no voy a alcanzar la paz mental que creo necesitar, que por mucho que organice mi tiempo no voy a dar a todo lo que pretendo y que, por mucho que nos digan aquellos que nos incitan a soñar a lo grande, tengo que controlar mis expectativas.
Estoy hasta el alma de tanta motivación mal entendida (si quieres saber qué es la motivación y de dónde viene lee este artículo y deja de ver a motivadores), de la inteligencia emocional orientada hacia la eliminación de quejas y de las planificaciones hacia el éxito basadas en la más pura introspección.
No funciona, de verdad. Créeme. No funciona. Y si piensas que estoy equivocada porque a ti te ha funcionado, solo te diré que se trata de un efecto placebo con fecha de caducidad. Por eso quiero compartir contigo las pautas sobe lo que voy a mandar a la mierda para ser más feliz este verano, tal vez hasta a ti te sirvan de algo.
- Anotar logros en la agenda. ¿Para que necesito una agenda? Se de sobra lo que tengo que hacer y dónde tengo que estar. A no ser que se trate de una cita importante (para lo que puedo usar un aviso o una nota en la nevera), no necesito apuntarme cada día tareas cómo: Trabajar de 9 a 2, Escribir, Tiempo para ejercicio, Comer con familia (cada sábado)... Es absurdo. Y lo he hecho hasta ahora desde hace al menos dos años recibiendo un Tic verde como recompensa al lado de cada actividad terminada. Insisto, cuanto más lo pienso más absurda me siento.
- La dieta estricta. Y esto tiene una razón de ser tan obvia que me dan ganas de pegarme con la cabeza en la pared por haber sido tan inconsciente hasta ahora. Cuanto más limite el grupo de alimentos en mi día a día, más cantidad ingeriré de esos "prohibidos" en las ocasiones especiales, consiguiendo así el efecto rebote. Se acabó estar a dieta. Comer de todo en su medida y sin agobios será el mejor camino.
- Las chorradas sobre la zona de confort. Que no, no te dejes engañar. La zona de confort no es lo que nos están vendido. Tu zona de seguridad es importante y no puedes abandonarla así como así y menos sin tener en cuenta a las personas que te importan. Si algo he comprobado y aprendido los últimos meses es que los orientadores personales de formación no reglada, es que te incitan a ser terriblemente egoísta. Pero hasta con uno mismo, pues no te puedes permitir ser sensible o dependiente de tus seres queridos).
- El autoanálisis constante. No sé puede vivir con la mirada localizada hacia el interior de nuestra mente. La materia intrapsicológica es tan sumamente compleja que por el simple hecho de escribir un diario o preguntarnos cómo nos sentimos no solo es inútil sino que puede ser contraproducente. No puedes analizarte porque te conoces demasiado bien y eso te impedirá tener objetividad. Y si crees que no te conoces es porque estás en una pequeña crisis existencialista (tranquilidad, a todos nos ocurre. Yo estoy en medio de una) que te hace mentirte. Te conoces bien, muy bien. No hace falta que te autoanalices. No tiene tanta importancia. No es necesario que te controles.
- La meditación. Van más de dos meses intentándolo y no me sirve. En este punto quiero decir que sí a ti sí, es porque favorece la desactivación, pero nada más. Y eso a mí no me vale, me dijeron que encontraría la calma emocional y eso no es cierto. Lo único que alcanzo es la relajación que ya practico cuando me desactivo como te enseñé en esta entrada. Así que a la porra intentar mejorar en algo que no me aporta nada.
Seguro que a lo largo del verano encuentro más acciones que eliminar de mi vida para deja de obsesionarme por estar bien, dejar de obsesionarme por estar tranquila y en paz. Todo esto está empezando a agobiarme sobre manera.
Por ejemplo, este blog y su (mi) desorientación habitual. No sé en qué acabará la aventura. No sé si seguiré con un blog personal o sobre escritura. No sé si será la edad o los cambios estacionales. Tal vez que el verano sea la estación en la que mi alma suele agonizar. Hay cosas que van a cambiar para siempre y este blog, esta también en mi lista.