¡Feliz año 2013!

No voy a desearos que todos vuestros sueños se hagan realidad porque sé que vais a luchar por ellos, no voy a recordaros que siempre es mejor mirar hacia adelante y que hay vida antes de la muerte porque sé que no soy la única que lee a Punset y también sé que estáis deseosos de vivirla. Aunque no soy de las que piensa que cualquier tiempo pasado fue peor, solo decir que algunos creían que el mundo no llegaría a ver un 2013 (sí, por extraño que parezca) y aquí estamos. Así que alzad las copas y brindad por un hoy con una sonrisa que prevea un maravilloso mañana. Somos, estamos, pensamos y sentimos, ¿qué más necesitamos?



Año nuevo...

Ya sé que solo estamos a día 27, pero no podía esperar para estrenar nueva cabecera, nuevo fondo y nuevo banner de afiliación del blog (si queréis cambiarlo, en la sidebar tenéis el nuevo). No serán los únicos cambios, pues arreglaré estos menús para que todo esté más organizado, pero sí son los más visibles.

Desde que volví de Inglaterra estuve pensando en un buen lavado de cara. Hacer de la cabecera algo más personal y más sencillito. Y cómo veis me he ceñido al plan: Toques vintage, colores otoñales, unos corazoncitos y la marca de la casa. ¿Por qué no crear una trademark con la url de mi espacio y mi nombre por estos lares? Nos despedimos de Taniére y damos la bienvenida a Veritas Alterea como sello que acompañe a cada escrito, cada tutorial y cada minucia que aparezca en este espacio.

¿Qué os parece el cambio? ¿Os gustaba más antes o ahora? 

Pronto, la última reseña del año. Mientras tanto, que nadie se pierda esto porque ya no tenéis excusa para no tener un ejemplar de Orquídea Blanca. Libro I en papel y dedicado por cero euros. Para saber cómo clic, clic, clic.

Fichas de personajes


Seguimos adelante con nuestro estudio de los recursos con los que contamos a la hora de escribir una novela, relato, cuento... Sea del tipo que sean (animales, espíritus,  personas, seres sobrenaturales...) toda historia necesita sus personajes y por ello se ha extendido una técnica nacida en talleres literarios conocida como la creación de fichas de personajes. 

Puede que alguno de los escritores que leen esta página no usen este recurso (yo misma me negaba a utilizarlo en un principio) puesto que no entra en su metodología la planificación previa, pero tenéis que reconocerme que seguramente os veáis obligados a tomar alguna nota sobre la característica del personaje que habéis decidido crear para que no se os olviden esos detalles que le distinguen de los personajes más planos.

En mis primeros pasos como escritora, no solía utilizar esta técnica. Pero me veía obligada a volver pasos atrás a menudo (buscando y buscando en lo ya escrito) para rescatar esos detalles. Esto me hacía perder mucho tiempo y, peor aún, me hacía perder el hilo de lo que estaba escribiendo en el momento (y sabéis lo difícil que es a veces sentarse y empezar). Así que empecé a buscar entre estas técnicas y, cómo siempre, me hice una versión propia. Este fue el resultado de Poème en Orquídea Blanca. Libro I:

Clic para hacer más grande

Los puntos que para mí eran más relevantes se muestran en esta ficha. No es que me olvidase del personaje, en absoluto pues a veces el personaje me poseía para escribirse a sí mismo, pero necesitaba saber quién era, conocer a una de las protagonistas desde la coronilla hasta la punta del dedo gordo del pie. Con los personajes secundarios hice lo mismo, entrando en todo detalle. 

Considero que es un recurso muy útil para empaparte de tus personajes y construir unas personalidades detalladas en la novela; pero además, es una técnica que aunque requiera su esfuerzo al principio nos ahorrará mucho tiempo en el proceso de escritura.

Además de la técnica, me gustaría hablaros de una pequeña directriz que encontré y que a mí me ha sido muy útil. Como es obvio, siempre debemos tener en cuenta el punto de vista del narrador a la hora de llevar los personajes a la novela. ¿Qué quiere decir esto? Pues que como autor/a contruiré los personajes como me plazca, pero de una forma objetiva. Si los llevo a la novela desde un narrador en 3ºpersona solo tendré que seguir esos puntos fielmente. Pero si los llevo desde un narrador en 1ºpersona, tendré que tener en cuenta al narrador para desarrollar el resto de personajes desde su punto de vista. 

Ejemplo:
La primera novela de Orquídea Blanca está narrada por Edrick. Es una persona agorera, un tanto solitaria, muy racional y bastante irascible. Si esta persona es quien nos tiene que describir a Poème no lo hará de forma objetiva. Puede parecerle guapa o fea, puede parecerle simpática o insoportable... Y desde ahí presentarnos, como narrador, al personaje de Poème. 

Esta claro que si la historia de Orgullo y Prejuicio nos la hubiese contado la hermana de Bingley, Elizabeth no nos habría resultado tan cercana, fuerte, agradable o simpática. ¿Verdad? O si en Crepúsculo hubiésemos leído el punto de vista de Rosalie. O si Manu nos hablase en primera persona desde Deus ex Machina 2.0

A pesar de nuestras fichas de personaje, tenemos que entender la relación existente entre ellos para llevarlo a la novela y sobre todo no perder de vista quién nos va a contar la historia.

Por supuesto, si el personaje va a cambiar a lo largo de la novela su percepción del resto de personajes cambiará con él. Porque nosotros somos un todo y nuestros personajes igual.Si tienes mil puntos de presión sobre tu persona, lo más probable es que las minucias que antes solo eran molestas se conviertan en un gran agravio. O no. Porque dependerá del personaje. Por eso es tan importante conocer a las personas que forman parte del mundo que hemos creado. Controlamos su mundo, pero una vez tenemos definidos a nuestros personajes, no podemos controlarles a ellos. Si obligamos a un personaje a actuar de una forma determinada, sin que sea apropiado según su personalidad anterior, nos arriesgamos a perder al lector por darle personajes incoherentes; nos arriesgamos a que nuestra novela no guste.  No importa si la historia es la más original del mundo, si su ortografía es intachable... Nuestros escritos deben ser completos en todos sus puntos y los personajes son el esqueleto que los sostienen.


En el proceso de Pre-escritura de Orquídea Blanca. Libro II (¡ya podéis leer un primer fragmento aquí!), me vi en la obligación de crear nuevas fichas para algunos personajes. ¿Por qué? Pues porque además de enfrentarme al nuevo reto de escribir desde el punto de vista de Poème (una nueva Poème), todos han cambiado muchísimo desde la primera novela. Por eso creé unas fichas nuevas (que imprimo y guardo en un archivador con todos mis esquemas y cosillas interesantes) que os dejo a continuación  y por si os puede ser de alguna utilidad os dejo el PDF para descargarla. 


Clic para descargar en PDF

Fuentes:
Otros muchos que visité, asimilé y no recuerdo. Mil disculpas.



Lecturas:Orgullo y Prejuicio

La verdad es que nunca se me había presentado la ocasión de leer esta novela, pero siempre que hacían referencia a ella en un libro o en una película me moría de ganas por conocer la historia de primera mano. Además, creo que Lana (La Biblioteca Encantada) tuvo algo que ver en mi decisión de leer el libro cuanto antes; no podía seguir perdiéndome el placer de disfrutar de un clásico como este.

Estoy convencida de que en nuestras vidas hay un momento para cada historia. Seguramente, si la hubiese leído dos meses antes en la playa el efecto no habría sido el mismo. Colchester, el frío y la flema inglesa me ayudaron a sentirme como una Bennet más, leyendo mientras paseaba hasta hartarme.



  

  Título: Orgullo y Prejuicio
  Autora: Jane Austen
  Editorial: Círculo de lectores (y mil más)
  Precio: Depende de la editorial y tipo de edición. 
               El ebook en Amazon 0.89€





Imagino que casi todos conoceréis la trama de esta novela. Su primera frase, la que te engancha de una forma casi indecente, es de sobras conocida por todos y aquella que prácticamente te resume el argumento. Cuando lees: "Es una verdad mundialmente reconocida que todo hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa", sabes bien donde te estás metiendo.

Las cinco hermanas Bennet, hijas de un matrimonio la clase alta pero de las más humildes y pueblerinas, tienen el deber de encontrar un buen marido cuanto antes, pues a la muerte de su padre será su primo, un varón, el único heredero de la mansión y la hacienda de la familia. Al menos, eso es lo único que preocupa a su madre a la que veremos presionar a sus hijas, vecinos y todo allegado con tal de que cumplan su cometido, a la que veremos sufrir de los nervios de forma casi constante y a la que veremos disfrutar de los placeres de la vida mejor que nadie. 



La protagonista de esta historia es la segunda hija, Elizabeth Bennet, que junto a su hermana Jane son las más presionadas para alcanzar su destino cuánto antes. Y aunque a ellas parece no preocuparles tanto, no son inmunes a la emoción y al nerviosismo que se extiende por el pueblo ante la llegada de un nuevo vecino. Uno de esos jóvenes herederos, ricos y solteros. Y para colmo, este señor Bingley es atractivo y encantador. Qué lástima que el caballero Darcy, ese serio y estirado ricachón, le siga a todas partes.

Desde el principio de la novela somos partícipes de las idas y venidas de las hermanas Bennet, pues aunque la autora elija a Elizabeth como protagonista, no perderemos de vista a ninguna de ellas. Creo que este punto es uno de los que más he disfrutado, pues una vez que las conozco soy tan cotilla que deseo saberlo todo sobre sus vidas. Una de las más interesantes es Jane, la hermana más bella y humilde; aquella que será la única en todo el pueblo en llamar la atención de ese soltero de oro. Lo ideal habría sido que su hermana Elizabeth se sintiese igual de atraída por su mejor amigo Darcy, de este modo todo sería perfecto, casi sacado de un cuento de hadas, ¿verdad? Pero nada más lejos de la realidad. 

Para Elizabeth, el señor Darcy no es más que un hombre orgulloso con el que no merece la pena malgastar su tiempo. Ella adora reír, pasear, viajar, conversar, y no es capaz de ver en Darcy más que un  opuesto. No le hace falta llegar a conocerlo para emitir un juicio sobre él. Y no anda desencaminada.  Pero la vida da muchas vueltas y nunca sabes a dónde te va a llevar, a quién vas a conocer, con quién te vas a encontrar o quién podrá llegar a sorprenderte.

Esta es la historia, ni más ni menos, de un momento en la vida de Elizabeth donde todo a su alrededor se encontraba en plena transición. Su hermana mayor empezaba a adentrarse en una edad crítica, sus hermanas menores estaban desatadas y ella estaba en una etapa donde creía conocerlo todo por saber mucho. Pero hay cosas que el saber no enseña y que deben ser aprendidas a base de experiencias. 

Jane Austen nos regala una comedia romántica, una novela de entretenimiento puro, de enredos familiares y amoríos que siempre se intentan racionalizar. Una novela que seguramente, si no lo has hecho ya, te habrás planteado leer al menos una vez en tu vida. 

A tener en cuenta:
  • Se han hecho series y películas sobre la novela. Hace dos días vi la última versión (creo) y la disfruté muchísimo. El padre, el primo Collins y las hermanas, fueron como un calco del papel. Incluso el señor Darcy se fue transformando a lo largo del flim como lo hizo a lo largo de la novela ante mis ojos.
  • Si has leído La importancia de llamarse Ernesto habrá cosas que te recordarán muchísimo a esa obra de teatro y la disfrutarás más aún si cabe. Y si no la has leído, hazlo cuánto antes.
  • Muy pronto también podremos ver adaptada al cina la novela Orgullo y Prejuicio y Zombis, que promete dar que hablar mucho más que el libro. Más información aquí.

This is England

Nota: Entrada solo para curiosos sobre mi estancia en Inglaterra o aquellos que se estén planteando emigrar al país y quieran una perspectiva diferente a la de Españoles por el mundo. Mis disculpas por la extensión de la misma. Prometo fotos para amenizar el recorrido.

Manchester: Aquí me tenéis sin maquillaje,
con mis arrugas y mis bolsas en los ojos tras llorar mucho,
pero con el sentido del humor intacto.

Me voy a permitir a mí misma titular esta entrada como esa magnífica película de Shane Meadows (Más información aquí) para contaros un poco cómo fue mi vida hace unos meses, cómo me afectó aquello y por qué decidí volver. Y a pesar de lo personal de esta entrada no voy a entrar en muchos detalles más allá de explicaros (y hacerme entender a mí misma, ya que estamos) por qué ya no soy la misma. Tengo la absurda esperanza de que esto pueda resultar útil a alguien, pues estoy segura de que si yo hubiese leído una entrada como la que voy a escribir, nunca me habría ido. No es que pretenda dar una visión pesimista sobre la emigración en busca de oportunidades, pero intentaré que sea lo más realista posible.

Si me fui  de España es porque no veía más salidas. Soy algo fatalista por naturaleza (supongo que mis experiencias pasadas algo tendrán que ver con esto) y la situación actual parecía estar brindándonos un puente de plata para que mi pareja y yo huyésemos sin mirar atrás. Una vez tomada la decisión, creyendo que había más pros que contras, la cuenta atrás supuso una amargura para mí. Despedidas, últimas comidas en familia, lágrimas y abrazos que hicieron de esta una experiencia agridulce, y un enorme suspiro cuando el avión despegó nuestros pies del suelo. 

Tras una noche en el aeropuerto, con la ilusión como farolillo en el comienzo de una nueva aventura y, cómo no, del inicio de una vida en común con mi media langosta, llegamos a Manchester con una sonrisa que se nos fue borrando con el paso de los días. La sensación principal fue que todos los españoles de clase media (y alta, podéis creerme) habían hecho las maletas para alojarse en el mismo hostal de mala muerte (Hatters , al que enseguida apodamos Haters en honor a los diseñadores de los colchones) y con las mismas intenciones que nosotros, pero con un espíritu de Beca Erasmus que metía miedo. No voy a entrar en detalles sobre la estancia, porque sería regodearme en malos recuerdos. El tiempo (en Asturias no llueve en comparación con esa ciudad), el ambiente del albergue (donde no me meto, cada uno lleva en su maleta de viaje lo que quiere. Pero no podíamos ser más diferentes) o el de la ciudad en rasgos generales y las complicaciones de un alquiler para una pareja, nos llevaron a pensar que lo mejor era moverse por UK y buscar un nuevo lugar un poco menos húmedo.

¿Era difícil encontrar un habitación y un trabajo de mierda en Manchester? Con el tiempo no. Lo que pasa es que no podía plantearme la vida ni por un mes en un lugar así.


Liverpool: Lloviendo, pero con mejor cara.
Un lugar pequeñito y precioso
para  pasar dos días y aprendérselo de memoria.


Eso nos llevó a visitar Liverpool como alternativa pero allí sí que era complicado encontrar algo decente puesto que se trata de una ciudad más pequeña y, por lo tanto, con menos oportunidades. Por ello tomamos la decisión de irnos a Londres, el lugar que habíamos descartado por lo costoso que es el nivel de vida, pero rectificamos creyendo que habría más oferta de empleo.

¿Y qué fue lo que me encontré en la ciudad de la que estaba tan enamorada? La peor experiencia de toda mi vida.  El miedo para mí era un concepto un tanto abstracto hasta que pude ponerle nombre, forma y tamaño. Nuestro primer día en Londres fue una desgracia que espero no olvidar nunca para ver si aprendo de una vez que la aventura es para los aventureros (véase ejemplo).

Londres: Lo vi con otros ojos.
Pero Ben, sigue siendo Ben.


Londinium es una maravilla para el turismo, un regalo para los sentidos de los amantes de la literatura, el teatro, los musicales o la historia... para unos días. Pero intentar sobrevivir ahí es como intentar sobrevivir en una apocalipsis zombie. Pasarás hambre, tendrás que dormir en cuchitriles de mala muerte y te pelearás con cientos de candidatos tan universitarios como tú (pero con más idiomas, eso seguro) para servir copas o vender playeros a las órdenes de un indio (más conocidos en Inglaterra por businessman). Sobra decir que si vas con bastante dinero te ahorrarás todos esos disgustos, pero nuestros ahorros (nada miserables, la verdad) de clase media no nos permitieron más que encontrar cuevas a compartir con ratas y marranos.

¿Una visión pesimista? No. Esto es lo que nosotros nos encontramos. 

Colchester: Primera capital inglesa. 



Por suerte, después de esto (y supongo porque el Karma se sentía culpable y quería compensarnos) fuimos más afortunados.  Y es que, tras escapar del hotel en el que sentí que mi vida podría terminarse en el siguiente parpadeo (sí, así de fácil), encontramos una habitación disponible en un piso de una pareja española que nos ayudó a volver a sonreír. La verdad es que si no hubiese sido por ellos no sé qué habría sido de nosotros, así que desde aquí un millón de gracias a vosotros y a vuestra pequeña. Por ayudarnos, alentarnos y descubrirnos un modo de vida mucho más sano y lógico.

Pero ellos no fueron los únicos. El sino tiene cierta simpatía y de vez en cuando hace que un acontecimiento pasado se haga presente ante tus narices para ser el factor más decisivo de tu existencia (al menos esa semana). ¿Quién se iba a imaginar que aquel tipo de la seguridad del aeropuerto que había conocido en mis vacaciones iba a ser la luz que nos guiase en medio de un túnel sin salida? Gracias a él, mi chico y yo llegamos a Colchester y encontramos la respuesta a todas nuestras plegarias. Un pueblo pequeño, manejable, tranquilo pero con movimiento (pues allí está la Universidad de Essex) y a solo una hora de Londres (que para el caso, era como vivir en la zona 3 de la misma ciudad).

¿Sabéis que fue lo mejor de todo? Que en ese primer día en Cholchester conocimos gente, encontramos una habitación en un piso de un matrimonio albanés y mi chico consiguió una entrevista de trabajo. Increíble, ¿verdad? Eso pensamos nosotros, pero estábamos en un punto en el que la rueda de la Fortuna iba a volver a girar y, sí o sí, el cambio tenía que ser a mejor.



Colchester: Bosques comestibles.


Así, sin más, nos despedimos de nuestros magníficos caseros por 4 días en Londres, hicimos las maletas y nos mudamos a Colchester. Fue muy difícil hacerse a la idea de que íbamos a estar allí un mínimo de tiempo. A estas alturas, lo único que yo quería era volver a casa. Porque en casa de mami se está mejor, claro que sí, pero también porque empezaba a darme cuenta de que en mi vida había muchas cosas a las que no quería renunciar solo por la esperanza de un futuro empleo mejor. Supongo que hay gente que vale para ello y gente que no. Yo estoy en ese segundo grupo.


¿Fue fácil encontrar empleo en Colchester? Para mi chico sí, porque él ya había vivido en EE.UU y el inglés no suponía ningún problema ("the guy with  the american acent", oímos a unas chicas en el autobús que seguramente habrían preferido verle sin ninguna compañía); pero para mí no tanto (nivel B2, para que os hagáis una idea). No soy tan mala en inglés como pensaba, pues en entrevistas de trabajo supe defenderme. Sin embargo, no hubo suerte bien por mi parte o por la suya. Los trabajos eran la misma basura que, con un poco de suerte, también podríamos encontrar aquí.

La idea era pasarlo regulero un tiempecillo hasta que adquiriésemos la soltura necesaria para optar a mejores empleos relacionados con nuestros estudios. Pero nos advirtieron que ese tiempecillo, con un 99% de probabilidad, se convertiría en 2 o 3 años. Así que después de un mes, con algo dentro de mi cabeza que no dejaba de decirme "vete a casa", decidimos que para pasarlo mal 2 o 3 años, lo haríamos en Asturias y con nuestras familias y amigos cerca.

Colchester: Antiguas mansiones convertidas en
museos en los que disfrazarte. Eso sí, de criada.


Les añorábamos una barbaridad. Aunque influyeron mucho, no eran solo los rayos de sol, la cantidad de horas diurnas o el frío los que importaban. Estábamos empezando a crear una vida allí (con nuestros compañeros de piso iniciamos una pequeña familia), yo era consciente de cómo plantábamos la semilla y la lluvia la regaba cada día obligándola a echar raíces. Y yo no quería. Porque comprendí que para mí la vida es un puzle muy complejo donde cada miembro de mi familia es una pieza, cada amigo otra, el trabajo, los estudios... Cada pieza suma y mi puzle estaba mucho más completo antes de irme. Lo tenía casi todo. Casi todo lo que necesitaba. Y allí no me sentía con fuerzas de intentar nada.

No hubo inspiración, no hubo magia. Pero sí un gran aprendizaje. Porque además de iniciarnos en la vida paleo (para los curiosos clic) y abandonar el rollo zen y la positividad sin sentido que parecía haberme poseído meses antes, nuestra perspectiva de la situación actual, en concreto en nuestro país, ha cambiado. Hicimos todo lo que se suponía que debíamos hacer, hicimos caso a los que nos decían que estudiásemos para tener un buen empleo el día de mañana. Cuando vimos que el día de mañana ya había llegado y que ninguna de esas promesas se habían cumplido, a pesar de que nosotros sí habíamos cumplido con nuestra parte del trato, fue demasiado frustrante.

Colchester: Caramelos de piñones
para las ardillas.


Inglaterra nos enseñó que a sus jóvenes les pasaba más o menos lo mismo y que, con sus más y sus menos, habían aprendido a adaptarse porque allí siempre había funcionado de forma similar. Saben moverse de empleo a empleo de forma constante y activa. Abandonan puestos de trabajo fijos por otros eventuales en los que puedan estar más cómodos (cosa que aquí es algo realmente extraño de entender). No se hipotecan hasta estar seguros al 100% de que podrán con ello, por eso es normal ver que la mayoría de ellos no se instalan en una casa propia hasta los últimos años de la treintena o en la cuarentena misma; mientras tanto de alquiler. Hay un gran movimiento de venta de coches de segunda mano, por eso puedes encontrar un Jaguar a precios ridículos en comparación con nuestro país. La gente se mantiene en constante formación para competir, competir y ser los mejores. Y os aseguro que se creen los mejores. Más simpáticos, más guapos y más listos.

Y aquí, me vais a permitir un inciso. 

Ayer, viendo Cuarto Milenio, acuñé el término Síndrome Inglés. Se trataba de un programa repetido en el que llevaban a debate el tema de los alimentos transgénicos. A un lado de la mesa se encontraban dos científicos que avalaban con muchos datos las ventajas de estos alimentos y al otro dos caballeros que, lejos de ser científicos, presentaban argumentos en contra usando terminología que a cualquier persona que no haya estudiado ciencias biológicas se le escaparía.  
Cualquier persona que viese el debate valoraría los argumentos e intentaría contrastar información en caso de estar interesada. Yo, por deformación profesional, supongo, me centré en observar sus conductas. Los no-científicos, que sí eran profesionales en otras ramas, sabían defender su posición con las mismas armas terminológicas que los sí-científicos. Pero estos, se mostraron muy poco respetuosos en todo momento por considerar poco profesionales a estas personas. Daban por hecho que sabían menos que ellos sobre el tema (lo que probablemente era cierto), pero no valoraron en absoluto que supiesen algo y fuesen capaces de plantearles conceptos que no sabían cómo capear. No valoraron que, a pesar de ser profesionales de otras ramas (y todo lo que ello implica. Vamos, que ignorantes no eran), pudiesen manejarse en otros temas de alta complejidad. 
¿Cuánto sabrían los sí-científicos de las ramas profesionales de esos no-científicos? Puede  que mucho, pero lo más probable es lo contrario (más que nada, por lo que demostraron en cuanto a conocimientos sobre hechos políticos pasados). No valoraban que personas no tan preparadas cómo ellos pudiesen defenderse, no valoraban esa capacidad o esos conocimientos de personas que no han estudiado sus mismas carreras. Y eso es lo que vi, una y otra vez, cómo hacían los ingleses.

¡Rápido!


El Síndrome Inglés consiste en infravalorar a todo aquel que no sepa lo mismo que tú sobre aquello en lo que estás preparado. Ellos lo hacían con el idioma (aunque sepas hablar, no manejas el acento. ¿Qué probablemente ellos no supiesen más de tres palabras en español y tú además  de tu idioma y de defenderte en inglés sabes algo de alemán, italiano, sabes traducir alguna que otra cosilla en latín y conoces un poquito de griego?  Eso no importa, porque ellos saben inglés mejor que tú y por tanto son mejores), lo hacían con el trabajo (aunque este consistiese en hacer hamburguesas. Si ellos llevaban dos años currando en McDonals y tú acababas de empezar, eso no importa. El resultado es que tú no sabes y ellos sí) e incluso lo hacían a la hora de venderte un billete de tren de cercanías o un maldito café.  El Síndrome Inglés es sentirse mejor que los demás, por ejemplo, si tú sabes hacer un tubo con la lengua y otros no (aunque esos otros sean capaces de tocarse la oreja con los dedos de los pies).

Y es que no lo hacían solo con extranjeros o novatos. El Síndrome Inglés no es un concepto social, sino  individualista. Ellos actuaban de ese modo con extranjeros, vecinos o familiares. La idea sería: "Todo el mundo es inferior a mí, hasta que me demuestre que es superior". La equidad -entendida como igualdad tanto como justicia- es algo un concepto marxista que no gusta.

Desde el medievo hasta hoy.


Lo peor para mí es que empiezo a  notar ese Síndrome Inglés en nuestro país desde hace tiempo. Hay personas soberbias, cierto es, otras cínicas, pero hay otras que nunca supe cómo clasificar. Intentando sobrevivir en Inglaterra y ver cómo este Síndrome es más bien un modo de vida, una característica de la personalidad o un concepto aprendido (no bromeo, pues escuché a un niño -de padres españoles- recitar al dedillo :"England is the bottom of the world". Que aunque esta frase se enseñe como ayuda para ubicar el país geográficamente -cosa que tampoco es cierta- siempre transciende) pude etiquetarlas al fin. Piénsalo, seguro que conoces Síndromes Ingleses.

¿Creéis que me he pasado? No, no. No, no, no.  Los ingleses son todo amabilidad y buenas maneras de primeras. Y de segundas también. Pero de terceras ya ves como hay un fuego en su interior que empieza a hervir y que jamás dejarán escapar. Aunque estén cabreados, van a sonreirte. A no ser que estén borrachos (ese es otro tema del que podrían escribirse docenas de libros analizando sus conductas repetitivas), pues la pinta es una necesidad social que te permitirá abandonar un poco ese saber estar bajo la  premisa del "I was drunk". Porque cuando te enfadas, te peleas, gritas, lloras o besas bajo el I was drunk, no pasa nada. La pena es que no pueden reír a borbotones o darse un buen morreo sin estar drunk; o al menos fingirlo.

Siempre recordaré la frase que una chica canaria, a la que conocimos en nuestros primeros días en Manchester, me dijo mientras buscábamos piso: Inglaterra es como una preciosa tarta de barro. A todos nos gusta verla, pero no hay Dios quién la coma.

Obviamente, esta es mi visión del país. Las mejores personas que me he encontrado en el recorrido, con aquellas con las que he llegado a reír e incluso llorar, y aquellas que me llevo en el corazón eran todas extranjeras (Angola, España, Albania,  Bolivia, Estonia...). Tal vez el problema es que me confundí de país antes de emigrar, pero no lo creo. Creo que no valoré bien esos pros y esas contras creyendo que todo era más bonito y limpio por encima de los Pirineos.

¿Un consejo de lo aprendido? Antes de emigrar aseguraos bien sobre si lo que vais a encontrar es lo que estáis buscando (Ojalá yo hubiese leído antes este post: http://www.spaniards.es/wiki/para-los-que-se-plantean-emigrar). Es una pérdida de dinero muy grande para simplemente intentarlo. Eso sí, una ganancia personal increíble. Saber que puedes defenderte en otro idioma, con otra burocracia, en entrevistas de trabajo y relacionándote con gente de todas las nacionalidades es de un valor incalculable. Y encontrar la respuesta a lo que quieres en la vida, ya ni os cuento...

Leer Orgullo y Prejuicio en este lugar fue una grata experiencia.