Lecturas: La última canción


Y es que la canción no me parece suficiente



Como muchos/as de vosotras, intercambio libros con amigos y conocidos. La última vez Marcada, Traicionada, Skeleton Creek y Sinsajo llegaron de manos de mis amigas a mis estanterías mientras yo repartía Hush Hush, Si no despierto, La Bestia y La mecánica del corazón. Empecé a leerlos por orden y aunque ahora me encuentre en el distrito 13, me apetece hablaros un poco de La última Canción.

Ronnie Miller (Mrs. mechón morado) dedice amargar a su padre y a su hermano durante las vacaciones de verano que su madre le obliga a vivir. La alejan de Nueva York, de sus "grandes" amigos, y eso no le parece nada bien. Por eso decide pasar el tiempo por ahí, sin dar explicaciones y hablar mal a su padre (Don pianófilo) siempre que tiene ocasión.

Ella es guay, ¿sabes?, no le va la gente pija o normal. Ella mola, ¿sabes tío/a?. Ella es la leche y sabe como pasarlo mal sin alcoholizarse. Ella es la más chula del lugar. Pero no presume de ello. No. Ser una amargada es lo suficientemente molón. Además, la gente guay no presume de ser guay, sólo está amargada. Creo que a Ronnie le encanta ser así y toda esa frustración le hace sentir satisfecha. Durante la lectura me pregunté varias veces si, al acostarse, se sentía orgullosa de sí misma y de lo mala persona que podía llegar a ser.

El problema es que en sus malhumorados paseos por el mundo, conoce a Will (Pepito grillo). Un chico al que la vida no le sonríe precisamente, aunque lo parezca, y sin embargo parece ser normal, amable, simpático... Justo lo que una protagonista amargada necesita, ¿no?

La pareja promete. Al principio, al intermedio y al final. No me resultó aburrida en absoluto y creo que la evolución de Ronnie no pudo ir a mejor. El cambio de la protagonista no habría sido posible sin alguien como él a su lado, a pesar de que los acontecimientos vitales que la rodean se vuelven demasiado hostiles en algunas ocasiones. Si no fuese por Will, ella jamás habría llegado a conectar con su padre, si no fuese por su padre ella no habría llegado a conocerse a sí misma y, sin o fuese por sí misma, nunca habría llegado a terminar La última Canción.

Me quedo con (el monstruo de las galletas) Jonah y sus acertijos, con los primeros pasos de las tortugas marinas y con las melodías que están por venir. Me quedo con el libro y no con la película. Me quedo con las bolas de fuego con las que Marcus (titiritero) supo prender la mecha de esta bomba sentimental. Me quedo con La última Canción.


Trailer Oficial Español La última canción (Last Song)

Ausencia

Parece que he dejado de existir, pero no es el caso.

Mi madre está ingresada en el hospital tras una operación de urgencia, todo ha sido tan inesperado que ni siquiera las cuestiones más básicas son fáciles de sobrellevar. Mi tiempo se reparte entre médicos, paseos por largos y austeros pasillos y más trabajo del que me gustaría. Espero poder regresar pronto con mis escritos, con las lecturas habituales de mis blogs favoritos y con muchas, muchas cosas bonitas que contar.

Gracias por vuestra paciencia y el apoyo que me estáis enviando.

Un beso.

Lecturas: La ladrona de libros


 Lejos de continuar por un camino monótono, he tomado el primer giro hacia la izquierda en mis hábitos lectores hasta alcanzar las orillas de nuevos mares que surcar. En este caso pertenecientes a un mismo océano, pues digamos que, pese a encontrarme muy lejos de mis lecturas anteriores, amo la literatura juvenil.

 Acostumbro a hacer una pequeña presentación del libro que voy a comentar, pero creo que dejaré que la voz del narrador principal sea quien os invite esta vez a seguir leyendo.
"UN PEQUEÑO DETALLE"
Morirás.
Y a pesar de esto, le coges cariño y todo. Como podéis intuir, la narradora de esta historia no es ninguna joven desvalida; se trata de alguien sin género ni corporeidad: La Muerte.


Título: La ladrona de libros
Autor: Markus Zusak
Editorial: DEBOLS!LLO
ISBN: 9788483468807



 En Alemania hubo una época en la que el partido Nazi gobernaba sobre toda sus gentes, ¿lo sabías? ¿Sí? Pues Liesel, la protagonista que comienza su historia siendo una niña, no tenía ni idea.... De hecho, en los pueblos más desfavorecidos de Alemania, nadie tenía ni idea de qué significaba esto. Pero la Muerte sí que lo sabía, empezó a sospechar tras recoger tantas y tantas almas perdidas. 
 Todo empieza el día en el que Liesel va a ser recogida en el seno de una familia alemana de uno de estos pueblos menos pudientes cuyo trabajos, honrosos como los que más, levantaron el país en las épocas de mayores necesidades, cuyas gentes lucharon entre sus tropas con las cabezas lavadas o ideas sometidas, cuya alma era tan pura que tan sólo pretendía sobrevivir.

 Me es imposible -tal vez porque mi capacidad de síntesis es limitida- contaros el transcurso de esta historia sin entrar en detalles vitales (spoilers) que irán configurando a todos y cada uno de los personajes. Sin embargo, puedo adelantaros que es una narración con espacio para el amor, el cariño, la amistad, el romance, la fuerza, la valentía, la cordura y la locura, el fuego y sobre todo para las palabras. El título no es arbitrario... La gente cambia el mundo con sus palabras y Liesel es la única capaz de robarlas. No os estoy hablando de fantasía, os estoy hablando de pragmática y emociones que ni siquiera han sido definidas aún.

Dejo a vuestra elección esta joya que no parece encajar con todos los gustos -algo que desde mi humilde punto de vista caracteriza un buen libro- llena de dibujos, palabras y verdades como puños. 

¡¡He vuelto!!

Hace más de una semana que mi ordenador hundió mis ilusiones en la más absoluta oscuridad. Mis escritos más actualizados quedaron atrapados cuando, un buen día, mi pequeño decidió no encender. No puedo culparle, no tiene mucha calidad, es el típico ordenador de clase media con un millón de defectos. Me gusta pensar que se siente como Babe porque le obligo a rendir a niveles que solo un perro pastor soportaría. Al igual que el cerdito valiente, mi ordenador sueña con ser un Apple y poder servir a todas mis necesidades con la calidad como apellido.

Sin embargo, he comprendido que forzarle a correr largas distancias y empujar contenidos en su limitada memoria no va a convertirle en un perro pastor (por muchas pegatinas del Ipod que yo le ponga). Por ello he decidido ayudarle alojando mis archivos en memorias externas para lo privado y páginas web de almacenamiento para lo no tan privado.

Cuidad a vuestro ordenador, no maltratéis a vuestros ratones, y no os dejarán tan tirados como a mí. Desde luego, la tecnología forma parte de nuestro día a día y somos tan dependientes de ella que una simple tara puede fastidiarnos un fin de semana o un puente festivo. Creo que deberían modificar esa hermosa cita que reza Mens sana in corpore sano para incluir a los P.Cs en ella. Todos deberíamos cuidar más nuestra tecnología. 

Excepto los que tengan Apple, esos pueden estar tranquilos.

P.D_ Esta tarde, capítulo 31 de Sin Licencia.