Me encuentro en fase de construcción de algo nuevo, bueno, bonito y barato. No tengo tanto tiempo como me gustaría, pero esta vez no meteré las prisas en mi bolsa de viaje. Hoy quiero compartirlo con vosotros porque, a pesar de estar más presente que la semana pasada, mi ausencia tiene una razón de ser.
Por un lado, y a este lado del espejo, estoy creando una nueva casita para los escritos que quiero compartir con todos vosotros/as. Digamos que este escondite se dividirá en dos para dar lugar a dos adosados con dos temáticas diferentes. Este seguirá siendo mi blog personal, pero el de al lado recogerá todos los escritos para que los disfrutéis siempre que os apetezca. Desde un punto de vista objetivo, sé que hay muchos lectores a los que les gustan los escritos y no mis comentarios sobre libros o películas o sobre mi vida en general... Lectores con poquito tiempo a los que les gustaría suscribirse de modo que tan solo llegasen a ellos los escritos... Lectores que me siguen desde hace tiempo y a los que les debo Mi pequeña Orquídea. Para todos ellos y los nuevos visitantes, el día 6 de Febrero -en una semana a partir de hoy-, Invia Veritas abrirá sus puertas.
Y por otro, me gustaría que supieseis que estoy trabajando en un nuevo proyecto. Como sabéis no he dejado nunca de escribir (Danielle y Sin Licencia son un ejemplo de ello), pero este proyecto se está llevando parte de mí y creo que voy a intentar darle salida en el mundo editorial. No tengo muchas expectativas, pues se trata de una obra demasiado... digamos que es a su manera..Sin tema concreto, sin mitos conocidos, sin fantasías más allá del potencial humano, sin héroes ni villanos.
Cuando analicé estas características, seleccioné los 20 capítulos ya escritos y los introduje en una carpeta llamada Basura, reescribí en base a lo esperable, en base a lo genérico, en base a las fórmulas mágicas de la literatura juvenil porque estaba muerta de miedo.
¿Quién iba a desear leer una novela de una autora novel sin pies ni cabeza?
Y entonces tuve una pesadilla en la que les vi. Les vi a ellos, a los protagonistas de mi historia, gritándome encerrados en una caja de cristal. En seguida comprendí que aquella imagen no era tan disparatada. Y es que no eran los protagonistas quienes estaban encerrados bajo llave, sino mi propia imaginación. No quiero que vuelva a ocurrirme.
Ahora mismo me encuentro reescribiendo esos 20 capítulos que un día envié a la basura, centrada en dejar salir lo que no puede mantenerse encerrado y con la suficiente confianza como para saber que sino soy fiel a mí misma todo habrá terminado. Seguié adelante, intentaré que vea la luz bajo un sello editorial, dejaré la impaciencia debajo de la cama y esperaré.